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Nota: 7
7.1 El regreso de las democracias
Nota: 7
7.1 El regreso de las democracias
Latinoamérica ha vivido en las últimas décadas un proceso de democratización generalizado que he dejado atrás las dictaduras militares que habían predominado durante buena parte del siglo XX.
En algunos países (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, El Salvador, Paraguay y Perú), las políticas represivas de los regímenes autoritarios fueron sometidas a comisiones de la verdad para aclarar las violaciones de los derechos humanos, e incluso algunos dictadores fueron procesados y condenados (Pinochet, Videla, Fujimori).
La democratización permitió la llegada a la presidencia de las primeras mujeres (Violeta Chamorro en Nicaragua, Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina y Dilma Rousseff en Brasil).
También destacan los diversos procesos de pacificación que han significado la progresiva desaparición de la lucha armada en países que durante décadas habían estado en guerra civil (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia y Perú). Sin embargo, se mantiene una acusada violencia en países, como es el caso de México, en los que existe el crimen organizado, el poder de los narcotraficantes es notable, y la corrupción de políticos y policías está muy extendida.
Cristina Fernández, viuda del presidente Kirchner, presidió Argentina del 2007 al 2015 y representa el resurgimiento del populismo peronista que propugna el nacionalismo económico y el reformismo social.
Hugo Chávez (1954-2013) representó un nuevo populismo (chavismo) con un agresivo discurso contra las élites dirigentes. Sus seguidores se identifican por el uso del color rojo.
Lula Da Silva simboliza el proceso de cambio político y económico en Brasil. Durante su presidencia (2003-2010), el país se convirtió en una potencia económica al tiempo que se realizaban importantes mejoras en educación, sanidad y lucha contra la pobreza.
7.2. El auge del reformismo y el populismo
El éxito político de los diversos movimientos reformistas de carácter progresistas, a veces también revestidos de indigenismo y de populismo, se debe a una voluntad popular de dar un giro a la situación anterior que había pervivido en América Latina durante décadas.
Tradicionalmente. La inexistencia de unas potentes clases medias urbanas, condujo, en la mayoría de los países latinoamericano, a una extrema polarización social entre las minorías que controlaban el poder y la riqueza del país, y unas amplísimas clases populares urbanas y rurales que se sentían excluidas. Esta polarización debilitó los sistemas democráticos y llevó al predominio de regímenes autoritarios o de dictaduras militares. La oposición a estos regímenes en no pocos casos tomó la forma de grupos guerrerillos armados.
El agotamiento político de estos regímenes violentos condujo a procesos de pacificación y de democratización que llevaron al poder a movimientos políticos que se basaban en su ideario en la lucha por la igualdad y en el nacionalismo, puesto que las clases dirigentes tradicionales eran acusadas de haberse supeditado a los intereses políticos y económicos de potencias extranjeras. En general, estos movimientos reformistas se han caracterizado también por el caudillismo, que refleja una cultura política que confía más en el liderazgo personal que en las ideologías o las instituciones democráticas (Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela). En algunos casos, este caudillismo va acompañado de una reivindicación del indigenismo como reacción popular frente a las élites criollas que tanto habían despreciado a los indios y mestizos (Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia).
7.3. Los retos del crecimiento económico
Durante los últimos 20 años, por primera vez en muchas décadas, Hispanoamérica ha entrado en una fase de crecimiento económico generalizado, superior incluso a las pautas europeas y norteamericanas. Durante el periodo 2003-2008, el producto interior bruto (PIB) creció anualmente un promedio del 4,6% y la inflación disminuyó notablemente.
Este crecimiento se ha basado en gran medida en el incremento de las relaciones económicas internas, favorecidas por la creación de entidades supranacionales como Mercosur, una gran área económica que se ha convertido en el cuarto bloque mundial, tras Estados Unidos, la Unión Europea y China.
También han contribuido las grandes inversiones realizadas por Estados Unidos, la Unión Europea y China. Esto ha comportado que buena parte de los sectores económicos más dinámicos (banca, servicios, industria, etc.) estén en la actualidad bajo el control de empresas extranjeras. Del mismo modo, grandes extensiones de tierra y de recursos minerales como Argentina, Brasil o Colombia, han sido adquiridos por grandes consorcios multinacionales.
Las políticas de lucha contra el hambre y las desigualdades sociales han permitido que el conjunto Hispanoamérica la pobreza se redujese desde una media superior al 43% de la población en 2002 al 27,9% en 2014. Igualmente, desde 1980, más de 100 millones de mujeres se incorporaron al mercado laboral y actualmente hay más mujeres que hombres en las universidades.
7.4. Demografía, desigualdad y violencia social
Hispanoamérica sufre una explosión demográfica como resultado de la reducción de la mortalidad infantil en un 50% en solo 15 años y en el aumento de 10 años en la esperanza de vida. Este fenómeno ha hecho crecer el éxodo del campo había las grandes ciudades, hasta el punto de configurarse varias megalópolis que superan los 5 millones de habitantes: Ciudad de México, Bogotá, Lima, Buenos Aires, Sao Paulo y Río de Janeiro.
A pesar de los avances, la desigualdad social sigue siendo grande. La propiedad de la tierra está cada vez más en manos de compañías multinacionales que explotan las grandes extensiones cultivadas. El hecho de que la mayoría de campesinos, básicamente indios y mestizos, no posean tierras es uno de los mayores problemas y una de las causas principales de la violencia social. Las desigualdades en las grandes áreas urbanas se hacen patentes en las enormes periferias carentes de casi todo tipo de servicios públicos y en los déficits que todavía existen en los sistemas sanitario y educativo.
La acusada violencia en el subcontinente es fruto de estas desigualdades, de la notable corrupción política y de la falta de mecanismos jurídicos y sociales para imponerse a los grupos violentos.
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